En la investigación participaron unos 350.000 británicos sanos que se sometieron a un examen físico, respondieron a preguntas sobre su ejercicio y su dieta y fueron seguidos durante 11 años.
Después de todo ese tiempo, no hubo pruebas de que un alto nivel de actividad física compensara totalmente los efectos nocivos de una dieta de baja calidad, ni de que una dieta de alta calidad compensara totalmente la falta de ejercicio.
Sin embargo, los investigadores observaron que las personas que hacían más ejercicio y seguían las dietas más saludables tenían el menor riesgo de morir prematuramente, como cabría esperar.
El estudio fue observacional y se basó en datos autodeclarados, por lo que no demuestra de forma concluyente que se necesite tanto ejercicio como una dieta saludable para tener las mejores posibilidades de evitar enfermedades y una muerte prematura.
“Aun así, sabemos por otros estudios que hacer ejercicio y llevar una dieta sana son dos claves para la longevidad.
Y se obtendrán los mayores beneficios si se siguen ambos hábitos saludables lo más estrechamente posible”, afirma el Dr. I-Min Lee, autor del estudio, investigador principal del ejercicio y profesor de medicina de la Facultad de Medicina de Harvard.