Sin embargo, la decoloración relacionada con el daño o la muerte de la pulpa (el núcleo blando del diente, que contiene los vasos sanguíneos y los nervios) es más difícil de solucionar. Pero no es imposible.
El procedimiento consiste en introducir lejía en la parte del diente que contiene la pulpa.
Algunas manchas no responden bien al blanqueo o la limpieza. Éstas requieren un procedimiento llamado “bonding”, en el que el dentista pinta un material similar al plástico sobre el diente.
Los dientes “blandos” provocan caries. Los dientes son duros por naturaleza.
El esmalte que cubre la parte de los dientes por encima de la línea de las encías es la sustancia más dura del cuerpo humano.
No es la “blandura” lo que causa las caries. Se producen cuando el ácido producido por las bacterias disuelve el esmalte duro.
Este esmalte que falta (la “parte blanda” del diente) es la caries. Pero el diente en sí no es blando.
Masticar chicle es malo para los dientes. Masticar chicle aumenta la producción de saliva, que ayuda a limpiar los dientes.
Sin embargo, el azúcar de la mayoría de los chicles alimenta las bacterias que provocan la caries.
Una mejor opción es el chicle sin azúcar que contiene xilitol, un edulzante artificial que puede combatir las bacterias orales.
El flúor no es seguro. Numerosos estudios refutan las afirmaciones de que el nivel habitual de flúor en el agua potable causa problemas, como enfermedades cardíacas, alergias y anomalías genéticas, por nombrar algunas.
Dicho esto, el flúor puede ser peligroso cuando se ingiere en exceso: de 2,5 a 5 gramos para un adulto medio. Pero esto requeriría beber entre 5.000 y 10.000 vasos de agua fluorada en un solo día.