Harvard Medical School
Al igual que la tumorectomía para el cáncer de mama, este tratamiento, denominado terapia focal, preserva los tejidos sanos.
Si pensamos en la cirugía del cáncer de próstata, lo más probable es que nos venga a la mente una prostatectomía radical, operación en la que se extirpa toda la glándula prostática junto con las vesículas seminales que producen el semen.
Sin embargo, los hombres con cáncer de próstata localizado -es decir, un cáncer que sigue confinado en la próstata- tienen otra opción quirúrgica.
Este procedimiento alternativo, denominado terapia focal, trata únicamente la parte cancerosa de la próstata y deja intacto el resto de la glándula. El objetivo es eliminar el tejido tumoral “clínicamente significativo”, es decir, el cáncer que se extendería más si no se tratara.
Aunque existe un pequeño riesgo de que quede algo de cáncer tras el tratamiento, la terapia focal también tiene la ventaja de minimizar los riesgos de disfunción eréctil e incontinencia urinaria, efectos secundarios potenciales de la prostatectomía radical.
Y cada vez hay más pruebas de que puede ser una estrategia eficaz.
El año pasado, los investigadores informaron de que 1.379 hombres tratados con terapia focal o prostatectomía radical presentaban resultados similares tras cinco años de seguimiento.
Los hombres tenían una edad media de 66 años, y los médicos los trataron con una técnica denominada ultrasonidos focalizados de alta intensidad, o HIFU.
Este método destruye el cáncer sometiéndolo a ondas ultrasónicas de alta energía que calientan los tumores a altas temperaturas.
Ahora, los resultados del mismo equipo de investigación muestran que la terapia focal también es una opción eficaz para los hombres mayores con cáncer de próstata.
En este estudio más reciente, los investigadores evaluaron los resultados de 649 hombres mayores de 70 años tratados en 11 centros del Reino Unido.
Dos tercios de los hombres tenían cáncer con un riesgo intermedio de propagación ulterior, y el tercio restante tenía tumores de próstata más agresivos y de alto riesgo, que son más peligrosos.
Todos los hombres fueron tratados con HIFU o con otro tipo de terapia focal, la crioterapia, que destruye el cáncer congelándolo.
El objetivo principal del estudio era evaluar la “supervivencia sin fracasos”, es decir, que los hombres tratados evitaran una muerte por cáncer de próstata o un empeoramiento de la enfermedad que obligara a nuevas intervenciones.
Lo que revelan los datos
Tras un seguimiento de hasta cinco años, el 96% de los hombres seguían vivos y la tasa global de supervivencia sin fracaso fue del 82%. No se observaron diferencias en los resultados entre los hombres tratados con HIFU y con crioterapia.
Los hombres con cáncer de alto riesgo tuvieron peores resultados: su tasa de supervivencia sin fracaso fue del 75%, frente al 86% de los hombres con enfermedad de riesgo intermedio.
Pero el 88% de los hombres de alto riesgo y el 90% de los de riesgo intermedio también evitaron la terapia hormonal, un tratamiento que -por sus efectos secundarios- la mayoría de los hombres no desean.
Los autores concluyeron que la terapia focal puede ser un tratamiento aceptable que controla el cáncer de próstata en los hombres mayores tan bien como lo hace la prostatectomía radical.
Es importante señalar que la terapia focal puede dar lugar a complicaciones. Por ejemplo, un pequeño porcentaje de los hombres del nuevo estudio desarrollaron infecciones del tracto urinario, y algunos también acabaron con retención urinaria, una afección tratable que se produce cuando la vejiga no puede vaciarse por completo.
Los autores no evaluaron los resultados funcionales tras la intervención, como la disfunción eréctil o la incontinencia urinaria. Pero cada vez hay más pruebas procedentes de otros estudios de que la incontinencia urinaria a largo plazo tras el tratamiento focal es muy poco frecuente.
Los resultados son alentadores, pero los expertos de Harvard subrayan que aún se necesitan más pruebas con la terapia focal.
“A pesar de los prometedores resultados obtenidos en éste y otros estudios, aún es preciso evaluar los resultados a largo plazo (por ejemplo, de 10 a 15 años o más) tras la terapia focal para determinar con exactitud si esta opción de tratamiento es comparable a la prostatectomía radical o la radioterapia”, afirma el Dr. Boris Gershman, urólogo del Centro Médico Beth Israel Deaconess y profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard especializado en cáncer de próstata y vejiga.
“Estudios adicionales también pueden ayudarnos a perfeccionar los tipos de cáncer de próstata para los que es más apropiada la terapia focal, y a qué tipos deben administrarse terapias que traten toda la glándula prostática“.
