El sexo doloroso es un problema que muchos esconden bajo las sábanas, ya que puede ser incómodo hablar de él, incluso con un médico. Pero si lo padeces, no estás sola ni mucho menos.
Según el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, casi tres cuartas partes de las mujeres sufren molestias durante el coito en algún momento de su vida. Y hasta seis de cada 10 mujeres declaran haber tenido relaciones sexuales dolorosas durante el período previo a la menopausia y después.
“Los estudios realizados demuestran que las mujeres no suelen compartir esta preocupación con sus médicos a menos que se les pregunte específicamente, y los médicos rara vez lo hacen“, dice la Dra. Jan Shifren, directora del Centro de Salud de la Mujer de mediana edad del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard. “Creo que hay cierta vergüenza por ambas partes”.
¿Qué caracteriza a las relaciones sexuales dolorosas? Puede incluir no sólo pinchazos o punzadas de dolor en sí, sino también ardor, dolor, sequedad o una sensación general de incomodidad.
Suele notarse sobre todo en la vagina y la vulva, pero puede extenderse a las zonas circundantes, como la pelvis y la zona lumbar. El dolor también puede aparecer al mantener relaciones sexuales en solitario o con parejas de cualquier sexo.
Pero no tiene por qué conformarse con un sexo que duele. Cuando el placer se convierte en dolor, es hora de investigar por qué, y de buscar formas de devolver la diversión al dormitorio. “La intimidad física es importante para las parejas”, dice el Dr. Shifren. “He tenido mujeres que vienen a mí y me dicen: ‘Ambos realmente queremos que el sexo con penetración vuelva a la relación'”.
Razones del dolor
¿Por qué el sexo puede volverse doloroso, especialmente después de años de hacer el amor con comodidad y constancia? Las razones dependen en gran medida de la época de la vida en la que te encuentres, pero también abarcan otros factores muy diversos.
Las afecciones ginecológicas como los fibromas, los quistes ováricos, la endometriosis y la enfermedad inflamatoria pélvica pueden contribuir. También pueden contribuir otros problemas de salud, como el cáncer, la cirugía o la radiación pélvicas, o la artritis.
La vulvodinia, un trastorno de dolor crónico que afecta a la vulva, puede hacer impensable incluso la idea de mantener relaciones sexuales.
Pero las siguientes situaciones explican la mayoría de los casos de relaciones sexuales dolorosas, dice el Dr. Shifren.
El parto. Dar a luz por vía vaginal es, sin duda, duro para la vagina, a veces más para las mujeres que han sufrido una episiotomía o desgarros en el perineo.
“Puede tardar varios meses en curarse”, dice. Las fluctuaciones hormonales después del parto y durante la lactancia también pueden provocar sequedad vaginal, lo que agrava el problema.
La menopausia. La disminución de los niveles de estrógeno durante los años previos a la menopausia y después puede desencadenar una falta crónica y progresiva de lubricación vaginal natural. “Suele empezar con una sensación de sequedad o dolor en la parte baja de la vagina, pero con el tiempo puede llegar a ser muy incómodo en todas partes”, dice.
Suelo pélvico hipertónico. Esta tensión automática de los músculos que rodean el orificio vaginal puede producirse tras un acontecimiento traumático, como una agresión sexual.
Pero incluso la idea de sentir dolor en el dormitorio puede, irónicamente, provocar este trastorno.
Esto se convierte en un círculo vicioso: cuanto más se anticipa que el sexo será doloroso, más se contraen los músculos del suelo pélvico. “Es casi como si el cuerpo intentara protegerse y los músculos del suelo pélvico se contrajeran cada vez que se intenta mantener relaciones sexuales, lo que las hace aún más dolorosas”, explica. “Se puede sentir como si hubiera un muro ahí”.
Formas de mejorar la comodidad
El sexo puede perder su brillo si te preocupa que te duela. Pero el adagio de “úsalo o piérdelo” no se aplica en este caso: tener menos sexo a medida que se acerca la menopausia no hace que el coito doloroso sea más probable, según un nuevo análisis.
En el estudio, publicado el 1 de junio de 2022 en Obstetrics and Gynecology, participaron 2.247 mujeres de entre 42 y 52 años que no manifestaron dolor sexual al inicio del estudio y accedieron a registrar la frecuencia y los síntomas sexuales.
Durante las 10 visitas de seguimiento realizadas a lo largo de los 13 años siguientes, casi la mitad de ellas declararon sentir dolor durante las relaciones sexuales al menos en algunas ocasiones.
La sequedad vaginal mostraba el vínculo más fuerte, mientras que practicar sexo oral o excitarse con más frecuencia (con o sin actividad sexual) se relacionaban con menores probabilidades de dolor sexual. Sin embargo, la cantidad de relaciones sexuales no influyó.
“Solíamos pensar que el coito es bueno para la vagina, ya que la estira y aporta secreciones y flujo sanguíneo“, afirma el Dr. Shifren.
“Pero no hay datos que lo avalen. Nunca le diría a una paciente que tiene relaciones sexuales dolorosas que el tratamiento es tener relaciones sexuales.”
Sin embargo, si las relaciones sexuales dolorosas son frecuentes o intensas, el Dr. Shifren aconseja una visita ginecológica, que debe incluir un historial completo y un examen pélvico.
Puede realizarse una ecografía si experimenta dolor sexual en la profundidad de la pelvis. Pero el examen, junto con sus descripciones, guiará en gran medida el diagnóstico y la elección del tratamiento.
Las siguientes son algunas de las opciones más comunes:
Lubricantes. Pueden disminuir la fricción, la irritación y la sensibilidad cuando se penetra la vagina. Muchos son de venta libre, incluidos los productos hidrosolubles y las versiones a base de silicona, que duran más y suelen ser más deslizantes.
Incluso los aceites de cocina, como el de oliva o el de coco, pueden tener una doble función en el dormitorio. Elijas el que elijas, asegúrate de que sea hipoalergénico, sin colorantes ni aromas añadidos que puedan irritar los tejidos.
Pero si también usas preservativos, evita la vaselina, el aceite de bebé o el aceite mineral, que pueden provocar roturas.
Humectantes vaginales. Estos productos difieren de los lubricantes en que incitan a las células de la vagina a absorber agua, en lugar de simplemente hacer que el conducto sea más resbaladizo.
“Es como hidratarse las manos o la cara”, dice el Dr. Shifren. La mayoría son de acción prolongada y deben usarse varios días a la semana.
Estrógeno vaginal. Recubrir el interior de la vagina con un producto de estrógeno de venta con receta puede devolver la elasticidad a los tejidos debilitados, aumentando tanto la hidratación como la comodidad durante el coito.
Está disponible en varias formas, como cremas y supositorios que se utilizan varias veces a la semana. Una opción de acción más prolongada es un anillo de estrógenos blando y flexible (Estring) que libera continuamente pequeñas cantidades de la hormona durante tres meses.
Los estrógenos de prescripción pueden ser caros, dice el Dr. Shifren, pero se consideran extremadamente seguros.
No elevan los niveles de estrógeno en sangre, por lo que evitan los posibles riesgos para la salud de la terapia hormonal sistémica de dosis más altas que se utiliza para tratar los sofocos y otros síntomas de la menopausia.
Fisioterapia del suelo pélvico. Muchos terapeutas están formados para centrarse únicamente en el suelo pélvico, estirando o fortaleciendo los tejidos según sea necesario y enseñando a las mujeres ejercicios para relajar los músculos del suelo pélvico.
“Puede cambiar la vida de las mujeres que sufren dolor pélvico y relaciones sexuales dolorosas que no responden a otros tratamientos”, afirma el Dr. Shifren.
Cuando se trata de comodidad sexual, a veces lo mejor que se puede estirar es la mente. Considera formas alternativas de dar y recibir placer, dice el Dr. Shifren.
“El sexo debe definirse en sentido amplio y puede ser placentero sin penetración”, afirma. “Muchas mujeres y parejas practican sexo con los genitales externos o actividades orales, volviéndose más creativas con el paso de los años”.
