Harvard Medical School
Si le molestan mucho los ruidos de la masticación, los mocos, la respiración agitada, etc., es posible que padezca misofonía. A continuación le explicamos cómo afrontar este trastorno sorprendentemente frecuente.
Soportar a un cónyuge que sorbe, a un colega que rompe los porros o a un amigo que carraspea puede ser una experiencia que te haga suspirar y poner los ojos en blanco.
Pero la reacción va más allá de la mera molestia para las personas que responden a estos sonidos cotidianos -u otros como los ronquidos, los mocos, la masticación ruidosa, los bostezos y la respiración agitada- con agitación, rabia o asco.
Su aversión forma parte de un trastorno del procesamiento sensorial muy frecuente, la misofonía, que se caracteriza por una respuesta emocional exagerada a los sonidos que emiten los demás.
Un estudio publicado en línea el 22 de marzo de 2023 por la revista PLOS One estima que casi uno de cada cinco adultos padece esta afección, y que las mujeres responden con mayor intensidad que los hombres.
“No soportan estar en la habitación con esos sonidos”, dice el doctor Michael Mufson, psiquiatra y director del Centro de Diagnóstico Complejo del Hospital Brigham and Women’s, afiliado a Harvard. “Intentan evitar esas situaciones, pero es casi imposible hacerlo”.
Si nunca ha oído hablar de la misofonía, no es el único. Sólo el 14% de los participantes en el estudio conocían el diagnóstico antes de ser encuestados.
Sin embargo, la prevalencia de esta enfermedad está aumentando a medida que se reduce el estigma que pesa sobre ella desde hace mucho tiempo, afirma el Dr. Mufson.
“Cada vez vemos más gente que sale de las sombras con ella”, dice. “Antes, la gente temía que su médico le llamara loco. Pero ya no es un trastorno oculto”.
Sentirse atrapado e indefenso
Aunque los científicos no están seguros de por qué se produce la misofonía, un estudio de 2022 en Frontiers in Neuroscience sugiere que el trastorno puede tener una “firma neural” única, lo que significa que se puede rastrear hasta un patrón distinto de nervios en el cerebro.
Es probable que los adultos mayores con misofonía la hayan padecido la mayor parte de su vida -posiblemente sin revelarlo nunca debido al estigma-, pero la afección puede desarrollarse a cualquier edad, señala el Dr. Mufson. “No es raro que no se diagnostique”, afirma.
Eliminar a los culpables
Antes de identificar la misofonía, los médicos deben descartar cuidadosamente otras afecciones que pueden parecerse o coincidir con ella.
Entre ellas se encuentran el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno bipolar, otros trastornos del procesamiento sensorial, la desregulación afectiva (una alteración de la capacidad para tolerar o gestionar sentimientos negativos), el síndrome de Asperger (una forma de autismo), los trastornos de ansiedad y el trastorno de estrés postraumático.
No todas las personas con misofonía tienen los mismos desencadenantes sonoros ni responden con el mismo grado de aversión. Independientemente de ello, los afectados suelen culparse por perderse actividades en las que otros participan con facilidad.
Al sentirse atrapados e indefensos cuando no pueden escapar de los sonidos que les irritan, algunos afectados incluso arremeten física o verbalmente.
“Puede que eviten comer en restaurantes o que coman separados de su cónyuge o familia”, dice el Dr. Mufson. “Imagina que sientes que tienes que irte cuando estás en el teatro y una persona tose. Llega a ser socialmente perjudicial”.
Aunque la misofonía ha pasado desapercibida durante mucho tiempo, las opciones de tratamiento se están ampliando.
Los médicos suelen utilizar un enfoque integral que combina terapias basadas en el comportamiento con medicación. “No es un trastorno sin esperanza”, dice el Dr. Mufson.
Tratamiento de la misofonía
La terapia cognitivo-conductual (TCC) se perfila como un tratamiento para la misofonía respaldado por pruebas, según un pequeño estudio de 2020 publicado en Depression and Anxiety.
Más de un tercio de los 54 participantes que se sometieron a la TCC informaron de mejoras en sus síntomas de misofonía, así como en su capacidad para funcionar socialmente y en el seno de sus familias. Los beneficios seguían siendo evidentes un año después.
En un programa de TCC, el terapeuta identifica primero los desencadenantes sonoros individuales del paciente y luego trabaja con él para desarrollar nuevas respuestas.
“Desarrollamos estrategias y mecanismos de afrontamiento para interrumpir la rabia y la ansiedad”, dice el Dr. Mufson. “Si la ansiedad es demasiado grave, entonces empezamos a pensar en incorporar medicación. Si puedes amortiguar la ansiedad, realmente puedes ayudar a la gente a sentirse y funcionar mejor.”
Las personas con misofonía también pueden aliviar la aversión a los sonidos
- usar tapones para los oídos o auriculares
- utilizar máquinas de ruido blanco
- practicar técnicas de respiración profunda o relajación muscular.
Si conoces a alguien con misofonía, es importante que no critiques sus síntomas, dice el Dr. Mufson. “Anímale a que se someta a tratamiento”, dice.
“También es útil que reciban algún tipo de asesoramiento breve y de apoyo para animarles a buscar tratamiento ayudándoles a entender que no están locos”.