“El cannabis se utiliza con fines médicos desde hace miles de años“, afirma Staci Gruber, directora del Centro de Neuroimagen Cognitiva y Clínica y del programa de Investigaciones sobre la Marihuana para el Descubrimiento Neurocientífico (MIND) del Hospital McLean, afiliado a Harvard.
“Aún hay mucho que desconocemos sobre cómo funciona y para qué afecciones. Pero el tratamiento del dolor es un área en la que tanto la ciencia como las anécdotas personales tienden a apoyar su uso.”
Cannabis 101
El cannabis procede del cáñamo o la marihuana. Estas plantas son dos variedades de la misma especie: Cannabis sativa. La planta contiene más de 100 compuestos químicos llamados cannabinoides.
Los dos compuestos más frecuentes son el tetrahidrocannabinol (THC) -que es lo que produce el “colocón”- y el cannabidiol (CBD), que no produce un efecto embriagador.
Una diferencia entre el cáñamo y la marihuana es la cantidad de THC que contienen. La marihuana tiene más de un 0,3% de THC en peso, mientras que la cantidad en el cáñamo es igual o inferior al 0,3% de THC en peso. La marihuana también contiene menos CBD que el cáñamo.
El cáñamo se utiliza para fabricar los diversos productos de CBD que han aparecido por todas partes. Están disponibles gracias a la Ley Agrícola de 2018, que legalizó las plantas de cáñamo industrial para hacer varios tipos de mercancías -principalmente papel, textiles y hormigón-, pero también abrió la puerta a los productos de CBD.
Lo que dice la ciencia
La idea es que, al ingerirse o inhalarse, el THC o el CBD se unen a receptores específicos del cerebro y las células nerviosas, lo que ralentiza los impulsos de dolor y alivia las molestias. “También pueden proporcionar efectos antiinflamatorios, lo que puede ayudar a reducir el dolor”, dice Gruber.
Las personas que toman cannabis para aliviar el dolor avalan su eficacia. Sin embargo, la ciencia que lo respalda ha sido escasa. Parte del problema es la falta de estudios doble ciego, aleatorizados y controlados con placebo, el patrón oro de la investigación médica. Aun así, otros tipos de estudios han demostrado que el cannabis puede ayudar con ciertas afecciones, incluido el dolor.
En 2017, un comité formado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina revisó unos 10.000 estudios relacionados con el uso del cannabis para indicaciones médicas.
Los expertos sopesaron la fuerza de la evidencia para casi dos docenas de condiciones de salud.
Encontraron pruebas “sustanciales” o “concluyentes” de que el cannabis era un tratamiento eficaz sólo para tres problemas de salud, uno de los cuales era el dolor. (Los otros dos eran los espasmos relacionados con la esclerosis múltiple y las náuseas y vómitos inducidos por la quimioterapia).
Sin embargo, también es posible que parte del poder curativo del cannabis represente un efecto placebo. La gente cree que funcionará, y por eso lo hace.
Un análisis publicado el 28 de noviembre de 2022 en JAMA Network Open analizó 20 estudios controlados aleatorios sobre el efecto de los productos del cannabis en el alivio del dolor y descubrió que los placebos eran igual de eficaces.
¿Le conviene?
¿Deberías probar el cannabis para tu dolor? Según Gruber, depende del tipo de dolor, la gravedad y tus expectativas. “Aunque hay pruebas de que el cannabis puede aliviar el dolor, esto no significa que funcione para todo el mundo ni para todos los tipos de dolor. Tampoco significa que vaya a tratar el problema general que causa el dolor”, afirma.
Los médicos no pueden recetar cannabis como medicamentos convencionales, pero en muchos estados pueden recomendar su uso para determinadas afecciones, incluido el dolor.
Dependiendo de dónde vivas, esta recomendación te permitirá comprar cannabis legalmente en dispensarios autorizados.
Sin embargo, en los estados donde el cannabis recreativo es legal, la gente puede comprar cannabis en dispensarios y en línea sin la opinión de un médico.
Aun así, consulta siempre a tu médico antes de probar cualquier producto a base de cannabis, para poder hablar de los posibles efectos secundarios, como sequedad de boca, deterioro de la función mental, mareos y problemas de corazón y tensión arterial, o de las interacciones con otros medicamentos que estés tomando.
Las personas que quieran evitar el “subidón” asociado al THC pueden elegir productos de cannabis con perfiles cannabinoides más variados, dice Gruber. “Estos incluyen CBD y otros compuestos no tóxicos de la planta que pueden tener beneficios terapéuticos”.
Sin embargo, ten cuidado con el uso de productos de CBD de venta libre, ya que carecen de supervisión (ya que la FDA aún no ha desarrollado regulaciones sobre el CBD). “Ahora mismo, no hay forma de saber si un producto contiene la cantidad de CBD indicada en la etiqueta o si contiene cosas que no debería”, dice Gruber.
El cannabis se puede consumir de diferentes maneras. Puedes fumar las hojas en un porro, pipa o cachimba; inhalar hojas vaporizadas o aceite; consumirlo en forma de comestibles como brownies, galletas, gominolas o té; tomarlo en forma de aceite o tintura bajo la lengua; o aplicarlo sobre la piel mediante cremas tópicas o parches.
La frecuencia con la que la gente toma cannabis para el dolor también varía. “Algunos pueden tomarlo a diario para controlar el dolor, mientras que otros lo hacen varias veces por semana o sólo cuando se producen reagudizaciones“, dice Gruber.