Pero los científicos no dejan de pelar esta proverbial cebolla, con nuevos enfoques terapéuticos dirigidos a las vías que parecen estar implicadas en los retortijones, la hinchazón, los gases, la diarrea y/o el estreñimiento que perturban la vida cotidiana de los pacientes.
El SII, caracterizado por dolor abdominal crónico y alteración de los hábitos intestinales, se clasifica en tres tipos según los síntomas predominantes: diarrea (SII-D), estreñimiento (SII-C) o una combinación de ambos.
Según la Fundación Internacional de Trastornos Gastrointestinales, es una de las afecciones gastrointestinales más frecuentes y afecta hasta al 15% de los estadounidenses.
El SII es lo que los médicos denominan trastorno intestinal funcional, ya que afecta al funcionamiento del aparato digestivo pero no se debe a ningún problema estructural aparente. Pero esa etiqueta es problemática, dicen los expertos de Harvard.
“Decir que no pasa nada es simplemente erróneo, porque está claro que algo es diferente”, afirma el doctor Anthony Lembo, gastroenterólogo del Centro Médico Beth Israel Deaconess, afiliado a Harvard. “Lo que ocurre es que nuestras pruebas clínicas estándar no pueden demostrarlo”.
Efectos contundentes en la vida diaria
Las causas del SII siguen siendo frustrantemente confusas, pero se cree que los síntomas proceden de cualquiera de una amplia gama de factores. Entre ellos:
Cambios en el microbioma intestinal. Este conjunto de microbios del intestino se ve influido por lo que comemos y bebemos, así como por las enfermedades. “Alrededor del 10% de las personas que desarrollan una infección gastrointestinal, ya sea vírica, bacteriana o parasitaria -incluso COVID- muestran un mayor índice de SII”, afirma el Dr. Lembo.
Contracciones musculares intestinales desviadas. Estas contracciones, normalmente rítmicas, empujan los alimentos por el tubo digestivo más deprisa o más despacio de lo normal en los pacientes con SII.
Señales nerviosas defectuosas. La digestión normal depende de una comunicación clara entre el cerebro, el intestino y el sistema nervioso. En el SII, estas señales están alteradas.
Problemas del suelo pélvico. Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres cuyos músculos pélvicos no se relajan con normalidad, lo que puede provocar estreñimiento crónico.
Estrés en los primeros años de vida. Puede tratarse de acontecimientos traumáticos durante la infancia.
Genética. Las personas con antecedentes familiares de SII también tienen más probabilidades de padecerlo.
En el mejor de los casos, el SII es un inconveniente que obliga a las personas a adaptar sus horarios a sus necesidades de ir al baño.
En el peor de los casos, puede ser incapacitante, causar una angustia extrema y controlar la capacidad de las personas para trabajar y viajar.
“Todos los datos muestran que el sufrimiento es muy importante”, afirma el Dr. Lembo. “Es un trastorno que sabemos que puede debilitar mucho a las personas“.
Adaptar los tratamientos
Por primera vez, las directrices de tratamiento del SII, actualizadas en junio de 2022 por la Asociación Americana de Gastroenterología, orientan a los médicos sobre cómo personalizar el tratamiento de los pacientes con un surtido cada vez más amplio de medicamentos.
Las opciones de venta libre, como suplementos de fibra, laxantes (en cantidades limitadas) y antidiarreicos, pueden ayudar a controlar los síntomas.
Pero en los últimos años han aparecido nuevos fármacos específicos para el SII que no se limitan a tratar los síntomas, sino que se dirigen a vías bioquímicas o celulares específicas para ralentizar el movimiento de los alimentos a través del intestino o introducir líquidos en el intestino para ablandar las heces y acelerar su evacuación.
Para el SII-D, estos fármacos incluyen el alosetrón (Lotronex) y la eluxadolina (Viberzi). Para el SII-C, incluyen lubiprostona (Amitiza), linaclotida (Linzess), plecanatida (Trulance) y tenapanor (Ibsrela).
El antibiótico rifaximina (Xifaxan) parece beneficiar al microbioma intestinal, suprimiendo los organismos “malos” que contribuyen a los síntomas del SII, afirma el Dr. Lawrence Friedman, jefe adjunto de medicina del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard, y jefe del Departamento de Medicina del Hospital Newton-Wellesley.
“Es una de las novedades más interesantes”, afirma.
Los médicos también están aprovechando fármacos más antiguos para nuevos fines. Según el Dr. Lembo, varios antidepresivos pueden alterar la actividad de las señales nerviosas intestinales o aliviar el dolor del SII.
Aunque diversos medicamentos pueden ayudar a aliviar los síntomas, el tratamiento eficaz del SII depende de cambios en la dieta y el estilo de vida.
Para muchas personas, evitar los alimentos desencadenantes, comer más fibra, beber mucho líquido, hacer ejercicio con regularidad y dormir lo suficiente puede ayudar a controlar los síntomas leves.
Los síntomas también pueden empeorar dependiendo de los alimentos que se consuman. El trigo, los productos lácteos, los cítricos, las judías, la col y las bebidas carbonatadas son culpables conocidos. Mientras tanto, los suplementos de aceite de menta, tomados en forma de comprimidos recubiertos, pueden aliviar la hinchazón y el dolor.
“Muchas personas también descubren que la lactosa puede ser un desencadenante y si beben un vaso de leche o consumen otros productos lácteos, sus síntomas empeoran”, dice el Dr. Lembo.
“Pero a veces es más sutil que eso. Incluso beber un vaso de refresco light puede provocar gases e hinchazón”.
Para aquellos en los que los gases y la hinchazón son graves, una dieta baja en FODMAP puede ayudar. Los FODMAP (oligo-, di- y monosacáridos y polioles fermentables) son alimentos que aumentan la producción de gases.
Entre ellos se encuentran las judías, las cebollas, el apio, las zanahorias, las pasas, los plátanos, los albaricoques, las ciruelas pasas, las coles de Bruselas, el germen de trigo, los pretzels y los bagels. El Dr. Lembo sugiere eliminar temporalmente los FODMAP y luego volver a incluirlos poco a poco en la dieta para detectar los más perjudiciales.
En general, dice el Dr. Friedman, “el espectro de tratamientos se ha ampliado. Tenemos más herramientas con las que trabajar y hay más probabilidades de éxito, pero todavía puede haber un elemento de ensayo y error.“