RESPUESTA: Tanto el ADN como el estilo de vida pueden afectar la longevidad, y ambos lo hacen de la misma manera: alterando la química de nuestro cuerpo. El ADN controla la producción de cada uno de los químicos naturales de nuestro cuerpo.
Controla tanto la forma (y, por lo tanto, la eficacia) de cada químico, y también controla la cantidad de ese químico que se produce.
Entonces, no es sorprendente que el ADN pueda afectar la longevidad.
En los últimos 20 años, se ha logrado un progreso asombroso en la comprensión de la química corporal que controla el proceso de envejecimiento. Y ese conocimiento ha permitido a los científicos extender la vida de varios animales a través de simples manipulaciones genéticas.
La mayoría de nosotros queremos vivir el mayor tiempo posible, pero queremos hacerlo libres de enfermedades.
Vivir más es una cosa; prolongar la decrepitud es otra. Un estudio reciente de la Escuela de Medicina de Harvard sugiere que los genes asociados con una vida más larga también pueden proteger contra las enfermedades relacionadas con la edad.
Los científicos crearon un virus que transportaba tres “genes de longevidad” a los ratones, una técnica llamada terapia génica.
Descubrieron que estos genes de longevidad también protegían a los ratones de (1) volverse obesos, incluso cuando se les alimentaba con una dieta alta en grasas; (2) desarrollar los equivalentes de ratón de diabetes tipo 2 e insuficiencia cardíaca; y (3) sufrir un tipo particular de insuficiencia renal.
Las cosas que funcionan en los ratones no siempre funcionan en las personas.
Pero este estudio sugiere que algún día podría ser posible utilizar la terapia génica no solo para prolongar la vida, sino también para prevenir algunas enfermedades relacionadas con la edad.
En cuanto al estilo de vida, tenemos un conocimiento bastante bueno de lo que es una dieta saludable y cómo una dieta saludable cambia la química de nuestro cuerpo de una manera beneficiosa.
También entendemos bastante bien cómo ciertos hábitos de estilo de vida poco saludables, por ejemplo, el tabaquismo o el abuso del alcohol, afectan negativamente a la química de nuestro cuerpo.
Por el contrario, somos solo el comienzo para comprender cómo el ejercicio afecta la química corporal.
Una forma de aprender sobre nuestra química es estudiarla en animales, incluso en animales muy simples. Un estudio reciente se centró en un gusano.
Durante los últimos 40 años, muchas lecciones aprendidas de este pequeño gusano han demostrado ser ciertas en los humanos.
El estudio reciente encontró que cuando los gusanos se ejercitan con regularidad (pero no demasiado) temprano en la vida, su metabolismo mejora, sus músculos y tripas funcionan mejor a lo largo de la vida, viven más y están protegidos contra la versión de gusanos de la enfermedad de Alzheimer.
Ahora, los científicos intentarán desentrañar qué cambios en la química del cuerpo del gusano pueden causar estos beneficios.
Por lo tanto, tanto el ADN como el estilo de vida afectan la longevidad y, a medida que aprendamos más sobre cómo lo hacen, es posible que algún día aumentemos nuestra esperanza de vida saludable.