La vigilancia activa permite a los hombres evitar (al menos durante un tiempo) los efectos secundarios de las terapias invasivas, como la cirugía o la radioterapia, pero los hombres suelen sentirse angustiados preguntándose por el estado de su cáncer a medida que pasan más tiempo sin recibir tratamiento.
¿Existe un camino intermedio entre no tratar el cáncer en absoluto y las terapias agresivas que podrían tener efectos secundarios duraderos? Los nuevos datos sugieren que la respuesta podría ser afirmativa.
En un ensayo clínico de fase 2 recientemente publicado, los investigadores evaluaron si un fármaco llamado enzalutamida podría retrasar la progresión del cáncer entre los hombres en vigilancia activa.
La enzalutamida interfiere con la testosterona, una hormona que impulsa el crecimiento y la propagación de los tumores de próstata. A diferencia de otras terapias que bloquean la síntesis de la hormona, la enzalutamida impide que la testosterona interactúe con su receptor celular.
En el estudio participaron 227 hombres. Los investigadores asignaron aleatoriamente a la mitad de ellos un año de tratamiento diario con enzalutamida más vigilancia activa, y a la otra mitad sólo vigilancia activa. Tras aproximadamente dos años de seguimiento, los investigadores compararon los resultados de los dos grupos.
Los resultados mostraron los beneficios del tratamiento con enzalutamida. En concreto, las biopsias tumorales revelaron indicios de progresión del cáncer en 32 de los hombres tratados, en comparación con 42 hombres que no recibieron el fármaco.
Las probabilidades de no encontrar cáncer en al menos algunas muestras de biopsia fueron 3,5 veces mayores en los hombres tratados con enzalutamida.
Además, los niveles de PSA tardaron seis meses más en aumentar (lo que sugiere que el cáncer está creciendo) en los hombres tratados, en comparación con los hombres que permanecieron sólo en vigilancia activa.
La enzalutamida fue generalmente bien tolerada. Los efectos secundarios más frecuentes fueron la fatiga y el aumento de las mamas, ambos reversibles cuando los hombres abandonan el tratamiento.
En un editorial adjunto, Susan Halabi, estadística especializada en cáncer de próstata de la Universidad de Duke, calificó los datos de alentadores. Sin embargo, Halabi también hizo una advertencia.
Es importante destacar que las diferencias entre los dos grupos sólo fueron evidentes durante el primer año de seguimiento.
Al final del segundo año, los signos de progresión en los grupos tratados y no tratados “tendían a ser muy similares”, escribió, lo que sugiere que la enzalutamida sólo es beneficiosa mientras los hombres siguen tomando el fármaco.
Halabi añadió que podrían ser necesarios estudios más largos, de una década o más, para determinar si el tratamiento temprano con enzalutamida cambia el curso de la enfermedad, de modo que pueda retrasarse o evitarse la necesidad de tratamientos más invasivos entre algunos hombres.
El Dr. Marc Garnick, catedrático de medicina de los hermanos Gorman en la Facultad de Medicina de Harvard y en el Centro Médico Beth Israel Deaconess, editor del Informe Anual sobre Enfermedades de la Próstata de Harvard Health Publishing y redactor jefe de HarvardProstateKnowledge.org, dijo que el estudio apunta a una nueva forma de enfocar la vigilancia activa, ya sea con enzalutamida o quizá con otros fármacos.
“Es importante considerar una opción que disminuya aún más la probabilidad de que los hombres en vigilancia activa necesiten radiación o cirugía“, dice. “Este fue un estudio piloto, y ahora necesitamos una investigación a más largo plazo”.