“La vigilancia activa puede ayudar a los hombres a analizar su situación antes de decidir someterse a procedimientos y tratamientos invasivos, que pueden producir efectos secundarios que afecten a la calidad de vida y no mejoren la esperanza de vida”, afirma el Dr. Frank McGovern, urólogo del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard.
“Pero también es una oportunidad para que los hombres reevalúen su estilo de vida y hagan cambios que pueden mejorar el pronóstico del cáncer y garantizar que su vida sea lo más saludable posible.”
Según las cifras
En general, la vigilancia activa es una opción para los hombres con cáncer de bajo grado (cáncer confinado en la glándula prostática y con menos probabilidades de propagarse), es decir, aquellos con niveles de antígeno prostático específico (PSA) inferiores a 10 nanogramos por mililitro (ng/ml) y una puntuación de Gleason de 6 o menos.
Los cánceres de próstata de grado alto y muchos de grado intermedio no cumplen los requisitos para la vigilancia activa, y el tratamiento para ellos suele comenzar inmediatamente.
Otro grupo que no son buenos candidatos para la vigilancia activa son los hombres con antecedentes familiares de cáncer de próstata letal y los que tienen una mutación del gen BRCA, especialmente BRCA2, que está relacionado con un mayor riesgo de cáncer de próstata.
Un análisis de sangre mide el PSA, una proteína producida tanto por el tejido canceroso como por el no canceroso de la próstata. El sistema de Gleason consiste en clasificar en una escala de 5 puntos los dos tipos más comunes de células cancerosas en el tejido de la biopsia.
Las dos clasificaciones se suman para obtener una puntuación de Gleason, siendo 10 la más alta. Cuanto más alto es el número, mayor es la probabilidad de que el cáncer crezca y se extienda rápidamente.
Los hombres en vigilancia activa se someten periódicamente a una prueba de PSA y a un tacto rectal en el que el médico palpa en busca de zonas anormales en la próstata. Suelen programarse cada seis meses.
Se repite la biopsia un año después del diagnóstico inicial y tres años más tarde. Las biopsias posteriores se realizan bajo la orientación del paciente y su médico. El médico también puede solicitar una resonancia magnética de próstata durante la fase de seguimiento.
“En general, cuanto más alto es el nivel de PSA de un hombre, mayor es la probabilidad de que tenga cáncer de próstata“, dice el Dr. McGovern. “Además, un aumento significativo de los niveles de PSA en el transcurso de un año puede ser un signo de cáncer”.
Si los niveles de PSA aumentan o si se detecta un crecimiento nuevo o de mayor tamaño durante el tacto rectal, es probable que el médico recomiende una biopsia de próstata antes de lo que marca el protocolo normal para comprobar si el cáncer se ha vuelto más agresivo.
“Si la biopsia no muestra cambios preocupantes, usted y su médico pueden decidir seguir con la vigilancia activa, pero si los muestra, o si usted presenta un aumento del volumen de la próstata o una puntuación de Gleason más alta, su médico puede sugerirle que siga adelante con la cirugía, la radioterapia o la terapia hormonal“, dice el Dr. McGovern.
Pasos de actuación
Como cualquier procedimiento médico, la vigilancia activa tiene sus riesgos. “El más grave de ellos es subestimar el crecimiento del cáncer hasta que pone en peligro la vida, aunque esto ocurre en un pequeño porcentaje de hombres”, dice el Dr. McGovern.
Otro inconveniente es psicológico: la preocupación constante, el estrés y la ansiedad de que el cáncer pueda empeorar por no buscar tratamiento. Una forma de aliviar estos sentimientos es adoptar una actitud de asumir el control de su salud.
“En lugar de esperar a ver si el cáncer de próstata empeora, los hombres pueden tomar medidas para mejorar su situación e incluso protegerse de otros problemas de salud, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares”, dice el Dr. McGovern.
“Esto puede empoderar a los hombres y darles una mayor sensación de control sobre su enfermedad”.
Ofrece estas sugerencias
Aumentar la intensidad del ejercicio. Un estudio publicado el 19 de agosto de 2021 en JAMA Oncology descubrió que los hombres en vigilancia activa redujeron sus niveles de PSA y el crecimiento de células cancerosas después de hacer 30 minutos de entrenamiento de intervalos de alta intensidad (HIIT) en una cinta de correr tres veces a la semana durante 12 semanas.
En el HIIT, se alternan periodos de esfuerzo aeróbico intenso y de descanso. En este estudio, los hombres repitieron un patrón de dos minutos de HIIT seguidos de dos minutos de recuperación.
Otras investigaciones han descubierto que los hombres con cáncer de próstata que realizaban con más frecuencia actividades vigorosas tenían un 30% menos de riesgo de desarrollar un cáncer avanzado y un 25% menos de riesgo de desarrollar un cáncer letal en comparación con los hombres que hacían menos ejercicio.
Algunos ejemplos de actividades vigorosas son correr, montar en bicicleta, nadar y practicar deportes de raqueta. (Asegúrese de consultar a su médico antes de embarcarse en cualquier tipo de programa de ejercicio).
Vigile su colesterol. Los estudios han descubierto que los hombres que toman estatinas para reducir el colesterol pueden tener un menor riesgo de padecer cáncer de próstata avanzado. El uso de estatinas también se ha asociado a una mayor supervivencia entre los hombres con cáncer de próstata.
“Hágase revisar los niveles de colesterol y, si son altos, consulte a su médico sobre la conveniencia de tomar estatinas”, dice el Dr. McGovern.
Controle su peso. El aumento de peso está relacionado con un cáncer más agresivo. “Incluso perder entre dos y tres kilos de más puede ayudar a reducir el riesgo”, dice el Dr. McGovern.
Un peso más saludable también mantiene bajo control la presión arterial y los niveles de colesterol.
Siga una dieta basada en plantas. Aunque no está claro si unos hábitos dietéticos concretos pueden influir en el crecimiento del cáncer de próstata, el Dr. McGovern ha descubierto que sus pacientes mejoran mucho cuando siguen una dieta basada en plantas, como la mediterránea o la MIND.
Recomienda consultar a un nutricionista que pueda orientar sobre la planificación de las comidas.
Considere la terapia. Su ansiedad por la vigilancia activa puede estar asociada a algo más. “Un terapeuta puede ayudarte a explorar dónde reside tu ansiedad y qué puede estar provocándola“, dice el Dr. McGovern.
“Abordar cualquier problema puede ayudar a aliviar su incertidumbre o dudas sobre la vigilancia activa”.