Harvard Medical School
Nuevas razones para ser escéptico sobre si los medicamentos muy promocionados son mejores que otros tratamientos.
Lo admito: No me gustan los anuncios de medicamentos. Creo que la información que ofrecen suele ser confusa y rara vez equilibrada.
Además, hay tantos anuncios. Aparecen en la televisión y en programas de streaming, en las redes sociales, en vallas publicitarias y a los lados de los autobuses, en bolsas de mano y en baños públicos.
Sí, no hay refugio -ni siquiera allí- de los miles de millones que se gastan en anuncios directos al consumidor en Estados Unidos.
A menudo me he preguntado cómo se comparan los caros y promocionados nuevos medicamentos con otros tratamientos disponibles. Ahora, un nuevo estudio publicado en JAMA Network Open analiza exactamente esta cuestión.
Muchos fármacos anunciados no son mejores que otros más antiguos
El estudio evaluó 73 de los medicamentos más publicitados en los EE. UU. Entre 2015 y 2021. Cada medicamento había sido calificado por al menos una agencia de salud independiente.
Los investigadores contaron cuántos de estos medicamentos recibieron una calificación de alto valor terapéutico, lo que indica que un medicamento tenía al menos una ventaja moderada en comparación con los tratamientos disponibles anteriormente.
¿Los resultados? Sólo uno de cada cuatro de estos fármacos tan publicitados tenía un alto valor terapéutico.
Durante los seis años que duró el estudio, se calcula que las empresas farmacéuticas gastaron 15.900 millones de dólares en promocionar en televisión medicamentos que no presentaban ninguna ventaja importante sobre otros menos costosos.
Por qué los anuncios de medicamentos no son populares
Sólo EE.UU. y Nueva Zelanda permiten la comercialización directa de medicamentos al consumidor.
La Asociación Médica Estadounidense recomendó su prohibición en 2015. Aunque a menudo he escrito sobre las razones para ser escéptico, vamos a centrarnos aquí en tres daños potenciales para su cartera y su salud.
Los anuncios de medicamentos pueden
– Elevar los ya astronómicos costes sanitarios, al aumentar las solicitudes de tratamientos innecesarios y promocionar medicamentos mucho más caros que los antiguos o los genéricos.
– Crear enfermedades a tratar. Las experiencias cotidianas, como la fatiga o la sequedad ocasional de los ojos, pueden aparecer en los anuncios de medicamentos como afecciones médicas que requieren tratamiento inmediato. Sin embargo, a menudo estos síntomas son experiencias leves y temporales.
Otro ejemplo es la “T baja” (en referencia a un nivel bajo de testosterona en sangre). Aunque no se trata de una enfermedad reconocida por sí misma, es probable que su publicidad haya contribuido a aumentar las prescripciones de medicamentos que contienen testosterona.
– Promocionar nuevos fármacos antes de que se sepa lo suficiente sobre su seguridad a largo plazo. El analgésico rofecoxib (Vioxx) es un ejemplo. Se suponía que este antiinflamatorio era más seguro que otros medicamentos más antiguos.
Se retiró del mercado cuando aparecieron pruebas de que podía aumentar el riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.
Cuatro preguntas que debe hacer a su médico si siente curiosidad por el anuncio de un medicamento
¿Se pregunta si debería tomar un medicamento anunciado? Pregunte a su médico:
- – ¿Tengo alguna enfermedad para la que se recomiende este medicamento?
- – ¿Hay alguna razón para esperar que este medicamento sea más útil que el que ya estoy tomando?
- – ¿Es este medicamento más caro que mi tratamiento actual?
- – ¿Mis condiciones de salud o los medicamentos que ya tomo hacen que el medicamento del anuncio no sea una buena opción para mí?
Conclusión
La AMA recomendó prohibir los anuncios de medicamentos hace casi una década. Pero la prohibición de los anuncios de medicamentos parece poco probable, dado el fuerte lobby de las empresas farmacéuticas y la preocupación por violar su libertad de expresión.
Aun así, los anuncios de cigarrillos se prohibieron en 1971, así que no es un sueño imposible.
Mientras tanto, mi consejo es que se muestre escéptico ante la información de los anuncios de medicamentos y confíe en fuentes de información médica más fiables, incluido su médico.
Considere la posibilidad de ponerse en contacto con la Comisión Federal de Comunicaciones si tiene quejas sobre estos anuncios, un paso que pocos estadounidenses parecen dar.
Y pruebe lo siguiente: silencie la televisión, adelante su podcast y cierre las ventanas emergentes en cuanto aparezcan anuncios de medicamentos.