Harvard Medical School
No deje que las dificultades digestivas perturben sus vacaciones de verano.
Viajar está pensado para alejarse de la rutina. Pero cuando no se comen los mismos alimentos ni se duerme en el mismo horario (ni siquiera en la misma zona horaria), los efectos sobre la digestión pueden ser terribles.
Con más células nerviosas que muchas partes del sistema nervioso central, incluida la médula espinal, nuestro intestino sabe cuándo nos salimos de nuestra rutina, dice el Dr. Kyle Staller, gastroenterólogo del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard.
“Nuestro cuerpo, incluido el tracto gastrointestinal, responde a los ritmos circadianos, es decir, a las señales del día y la noche”, explica.
“El colon duerme cuando uno duerme y se despierta cuando uno se despierta. Si esas horas se ven alteradas por los viajes y los cambios de huso horario, la digestión puede verse afectada”.
Si a esto le sumamos las comidas copiosas, el exceso de alcohol o la deshidratación por el vuelo, “se produce una especie de tormenta perfecta para causar problemas digestivos”, afirma el Dr. Staller.
“Incluso el propio estrés del viaje puede desencadenarlos”. ¿El resultado? Diarrea, estreñimiento e indigestión -la trifecta de los problemas estomacales de los viajeros- pueden hacer descarrilar tu viaje.
Peligros alimentarios
Los viajes sufrieron un paréntesis durante la pandemia, pero los aviones repletos, la escasez de coches de alquiler y los hoteles llenos de reservas de hoy en día indican un cambio de tendencia.
Según las predicciones de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, la demanda acumulada impulsará en los próximos años un aumento de todos los tipos de viajes, incluidos los destinos de todo el mundo.
Sin embargo, los lugares lejanos -especialmente en los países en desarrollo- plantean la mayor amenaza de provocar un desagradable recuerdo conocido como diarrea del viajero.
Los calambres abdominales y las deposiciones blandas son consecuencia de la ingestión de alimentos y bebidas cargados de gérmenes.
Se calcula que la diarrea del viajero afecta a entre el 30% y el 70% de los viajeros, según los CDC.
Puede aparecer en cualquier lugar, pero los destinos de mayor riesgo son la mayor parte de Asia, Oriente Medio, África, México y América Central y del Sur.
La afección suele ser consecuencia de prácticas higiénicas deficientes en la manipulación y preparación de alimentos o de la falta de refrigeración.
También es más probable contraerla si se es un adulto mayor o -como ocurre con la tripa de viajero en general- si ya se tiene un problema digestivo, como el síndrome del intestino irritable, que modifica la forma de comer o eliminar los alimentos.
Los microbios no son los únicos culpables. “Algunas personas tienen la llamada diarrea de adaptación, cuando no han ingerido nada infeccioso pero se están adaptando a nuevos alimentos o especias“, dice el Dr. Staller.
Mantén la digestión en marcha
El primer paso para evitar la barriga del viajero es aprender de los errores del pasado, sobre todo si se es propenso a los trastornos digestivos.
“La tendencia es llegar a un lugar nuevo y abrazarlo en todos los aspectos”, dice el Dr. Staller.
“En lugar de eso, mantén tus elecciones alimentarias más en línea con las cosas que comes en casa, bebe mucha agua y come raciones moderadas”.
Además, el Dr. Staller ofrece otras estrategias para mantener a raya la indigestión, la diarrea y el estreñimiento:
Planifica con antelación. Investiga restaurantes y menús de antemano para asegurarte de que al menos un plato te parece apetecible y fácil de digerir.
“Esto es más difícil si viajas espontáneamente o te alojas en casa de alguien”, explica.
Prepara un “kit de control”. En lugar de apresurarse a comprar remedios en lugares desconocidos, lleve consigo una variedad de productos de venta libre para contrarrestar los problemas digestivos durante el viaje.
Algunas buenas opciones son los antiácidos (como Tums) para el ardor de estómago; el subsalicilato de bismuto (Pepto-Bismol, Kaopectate) para la indigestión o la diarrea; el docusato sódico (Colace, Surfak), el psilio (Metamucil) o el bisacodilo (Dulcolax) para el estreñimiento; y la loperamida (Imodium) para la diarrea. Pero no uses loperamida si también tienes signos de infección, como fiebre o sangre en las heces, dice el Dr. Staller. En su lugar, acude al médico.
Lleva tentempiés que te resulten familiares. Ya sean barritas de cereales, frutos secos, mezcla de frutos secos o fruta deshidratada, estos productos deben ser saciantes.
“No hay una recomendación única para todos, pero elige cosas que puedas comer en casa como tentempié rápido o incluso como sustituto de una comida en caso de que notes que todo lo que hay en tu lugar te sienta mal”, dice.
Consuma comida callejera con precaución. Las delicias locales o la cocina de los food trucks son más propensas a contener bacterias nocivas, sobre todo en las regiones en desarrollo.
“Esto no es divertido, porque algunos de los alimentos más sabrosos son comida callejera”, dice el Dr. Staller. “Pero si te das un capricho, debes saber que corres ese riesgo. Si tienes problemas digestivos, la comida callejera es un no-go”.
Prescinde del agua y el hielo locales. “En los países en vías de desarrollo, hay que asumir que el agua no es segura a menos que venga embotellada“, dice.
En su lugar, bebe sólo lo que venga en latas o botellas.