Harvard Medical School
El paddleboarding se ha convertido en un popular deporte acuático. Te pones de pie o de rodillas sobre una “tabla de surf” y, con un remo largo (veinte centímetros más que tu estatura), te deslizas por la superficie como si caminaras sobre el agua.
Hay muchos tipos de tablas de remo. Las de cubierta blanda son ideales para principiantes, y las hinchables son perfectas para viajar y guardar fácilmente.
Las tablas de paddle vienen en diferentes tamaños y grosores para adaptarse al peso y nivel de habilidad de cada persona. Su longitud oscila entre 3 y 4 metros, y su anchura entre 29 y 35 pulgadas.
El paddleboarding es divertido y un gran antiestrés, y también puede mejorar tus movimientos en tierra.
Por ejemplo, ayuda a mantener el equilibrio. El ángulo y la profundidad de la pala cambian casi siempre en cada brazada, de modo que los músculos tienen que reaccionar a los cambios de resistencia para no caerse.
“Esta variedad es similar a la del mundo real, donde tú y tus músculos tenéis que responder rápidamente a diferentes movimientos y tensiones, como cuando das un paso en falso y tienes que agarrarte“, dice Kathleen Salas, fisioterapeuta de Spaulding Rehabilitation Network, afiliada a Harvard.
El paddleboarding también puede ayudar a fortalecer los músculos clave utilizados en los movimientos diarios, como los del tronco, la espalda, los brazos y los hombros.