Harvard Medical School
Son una causa frecuente de mal aliento y dolor de garganta y, al parecer, un secreto bien guardado.
Hace poco, un amigo me preguntó sobre las piedras en las amígdalas. Tiene dolores de garganta varias veces al año, que se alivian al instante haciendo gárgaras para eliminarlos.
Cuando le dije que pensaba que las piedras en las amígdalas eran bastante raras, me preguntó: «¿Estás seguro? Mi otorrinolaringólogo dice que son comunes como piedras». (¿Lo pillas? ¿piedras? ¿piedras?)
Resulta que mi amigo y su médico están en lo cierto. Los cálculos amigdalinos son sorprendentemente frecuentes y a menudo bastante molestos. Esto es lo que hay que saber y hacer.
¿Qué son los cálculos amigdalinos?
Los cálculos amigdalinos (término médico: tonsilolitos) son pequeños depósitos blancos o amarillos en las amígdalas.
Se forman cuando las bacterias, la saliva, las partículas de alimentos y los residuos de las células que recubren la boca quedan atrapados en pequeñas hendiduras llamadas criptas.
Varían considerablemente de una persona a otra:
- Tamaño. Pueden ser tan pequeños que no se ven a simple vista. O pueden crecer hasta alcanzar el tamaño de una grava o, en raras ocasiones, mucho más grandes.
- Suelen ser blandas, pero pueden calcificarse, volviéndose duras como una roca. De ahí su nombre.
- Duración. Los cálculos amigdalinos pueden durar de días a semanas, o pueden persistir mucho más tiempo antes de romperse y caerse.
- Con qué frecuencia aparecen. Pueden aparecer nuevos tonsilolitos varias veces al mes o sólo una o dos veces al año.
Aunque es más probable que se formen si tienes una higiene bucal deficiente, una buena higiene bucal no proporciona una protección completa.
Incluso las personas que se cepillan los dientes, utilizan hilo dental y acuden al dentista con regularidad pueden desarrollar cálculos amigdalinos.
¿Son comunes las piedras en las amígdalas?
Has oído hablar de los cálculos renales y biliares, ¿verdad? Está claro que estas enfermedades son más conocidas que las piedras en las amígdalas.
Sin embargo, las piedras en las amígdalas son mucho más comunes: los estudios sugieren que hasta el 40% de la población las tiene. Afortunadamente, a diferencia de los cálculos renales y biliares, las piedras en las amígdalas suelen ser inofensivas.
¿Cuáles son los síntomas de las piedras en las amígdalas?
A menudo, las personas no presentan síntomas. De hecho, si los cálculos amigdalinos son lo bastante pequeños, es posible que ni siquiera sepa que los tiene. Cuando las piedras en las amígdalas provocan síntomas, los más frecuentes son:
- dolor de garganta, o una irritación que se siente como si hubiera algo atascado en la garganta
- mal aliento
- tos
- molestias al tragar
- infecciones de garganta.
¿Quién padece cálculos amigdalinos?
Cualquiera que tenga amígdalas puede tenerlas. Sin embargo, algunas personas son más propensas que otras a formar cálculos amigdalinos, como las que
- tienen amígdalas con muchas hendiduras y superficies irregulares en lugar de lisas
- fuman
- beben muchas bebidas azucaradas
- tienen una higiene bucal deficiente
- tienen antecedentes familiares de cálculos amigdalinos.
¿Cómo se tratan los cálculos amigdalinos?
Depende de si presenta síntomas y de la gravedad de éstos.
- Si no tiene síntomas, es posible que no necesite tratamiento.
- Si tienes síntomas, suele ser útil hacer gárgaras con agua salada o extraer los cálculos amigdalinos con un bastoncillo de algodón o un hilo dental. Evita intentar extraerlas con objetos afilados y firmes, como un palillo o un bolígrafo, ya que podrías dañar la garganta o las amígdalas.
- Si las amígdalas están inflamadas, hinchadas o infectadas, el médico puede recetarte antibióticos o antiinflamatorios.
¿Es necesario operar alguna vez?
En ocasiones, la cirugía puede estar justificada. Generalmente se reserva para personas con síntomas graves o infecciones frecuentes que no mejoran con las medidas mencionadas anteriormente.
Las opciones quirúrgicas son:
- amigdalectomía, que consiste en extirpar las amígdalas
- criptólisis, que utiliza láser, corriente eléctrica u ondas de radio para alisar las hendiduras profundas de las amígdalas que permiten la formación de cálculos.
¿Pueden prevenirse las piedras en las amígdalas?
Sí, hay formas de reducir el riesgo de que reaparezcan los cálculos amigdalinos. Los expertos recomiendan lo siguiente
- Cepillarse los dientes y la lengua con regularidad (al menos dos veces al día: por la mañana y antes de dormir).
- Utilizar hilo dental con regularidad.
- Hacer gárgaras con agua salada después de comer.
- Elimine los alimentos y bebidas que contengan mucho azúcar, que alimenta las bacterias que pueden contribuir a la formación de cálculos.
- No fumes, porque el tabaco irrita e inflama las amígdalas, lo que puede favorecer la formación de cálculos. Lo mismo puede decirse del vapeo, aunque las investigaciones al respecto son limitadas.
En resumen
Teniendo en cuenta lo frecuentes que son los cálculos amigdalinos y lo molestos que pueden resultar, resulta extraño que no sean más conocidos. Tal vez se deba a que a menudo mejoran por sí solas o a que la gente descubre cómo tratarlas sin necesidad de atención médica.
Espero que no seas uno de los millones de personas a las que les molestan los cálculos amigdalinos. Pero si lo eres, es bueno que sepas que suelen ser inofensivas y que se pueden tratar y prevenir fácilmente.
Ahora que sabes más sobre ellas, no dudes en correr la voz: las piedras en las amígdalas deberían dejar de ser un secreto.