Harvard Medical School
Nuevos datos hacen sonar la alarma para millones de adultos estadounidenses.
Más de siete millones de estadounidenses padecen insuficiencia cardíaca, una enfermedad crónica, progresiva y potencialmente mortal en la que el corazón no bombea tan bien como debería. Según un estudio en el que se han utilizado nuevos cálculos para estimar el riesgo, más del doble de personas corren el riesgo de padecerla.
“Hay que ponerse manos a la obra. Ya sabemos que las tasas de insuficiencia cardíaca están aumentando, y los médicos deben utilizar las mejores herramientas para identificar a las personas de mayor riesgo e intervenir en consecuencia”, afirma el Dr. James Januzzi, catedrático de Medicina de la Familia Hutter en la Facultad de Medicina de Harvard y cardiólogo del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard.
Herramientas mejoradas
Las nuevas herramientas se denominan ecuaciones PREVENT (PREVENT significa “predicción del riesgo de eventos cardiovasculares”). Fueron desarrolladas por médicos de la Asociación Americana del Corazón cuyo trabajo publicó Circulation a finales de 2023.
Al igual que los métodos anteriores para predecir las cardiopatías, las ecuaciones PREVENT tienen en cuenta la edad, la tensión arterial, los niveles de colesterol y el historial de tabaquismo. Pero las ecuaciones eliminan la raza (que resultó ser un predictor poco fiable) y añaden más aspectos de la salud, como el índice de masa corporal y medidas de la función renal y el riesgo de diabetes.
En un nuevo estudio, publicado como carta de investigación en el número de enero de 2025 de Annals of Internal Medicine, los científicos probaron las ecuaciones PREVENT utilizando la información sanitaria de casi 5.000 personas que inicialmente no padecían enfermedades cardiacas, algunas de las cuales desarrollaron posteriormente insuficiencia cardiaca.
En función de cómo se comportaran los participantes en los cálculos, los autores estimaron que unos 15 millones de adultos estadounidenses tendrían un riesgo de insuficiencia cardiaca de al menos el 10% en los próximos 10 años.
¿Qué aumenta el riesgo?
El Dr. Januzzi dice que la estimación de 15 millones de personas con riesgo de insuficiencia cardíaca es más alta de lo esperado, pero no terriblemente sorprendente. “La insuficiencia cardíaca suele ser la fase final de cualquier tipo de cardiopatía. Y las ecuaciones PREVENT incluyen a personas con todas las afecciones que suponen un riesgo de cardiopatía”, afirma.
En otras palabras, el riesgo de insuficiencia cardíaca es mayor si ya se tienen las arterias obstruidas (aterosclerosis), un problema en las válvulas cardíacas, un ritmo cardíaco anormal (como la fibrilación auricular) o antecedentes de infarto de miocardio.
El riesgo también puede aumentar por padecer hipertensión, hipercolesterolemia, insuficiencia renal, diabetes u obesidad, o por factores relacionados con el estilo de vida, como el consumo de alcohol o drogas, el tabaquismo o la falta de ejercicio. La edad avanzada y los antecedentes familiares también aumentan el riesgo de insuficiencia cardíaca.
¿Cómo detectarla?
La insuficiencia cardíaca es difícil de detectar y puede pasar años sin diagnosticarse.
La enfermedad reduce el flujo sanguíneo a los tejidos y órganos, que no reciben suficiente oxígeno y se cansan con facilidad. O el cuerpo responde a la reducción del flujo sanguíneo reteniendo sal y líquido, que se acumula en las piernas y el abdomen, hinchándolos. También se acumula en los pulmones, provocando disnea. Este tipo de síntomas pueden atribuirse a la edad, la falta de forma física o el sobrepeso. Aunque no siempre indican una insuficiencia cardíaca inminente, merece la pena hablar de ellos con su médico.
Diagnóstico y tipos
Para diagnosticar la insuficiencia cardíaca, los médicos suelen realizar una exploración física y solicitar un electrocardiograma (ECG) y una radiografía de tórax para detectar líquido en los pulmones. Es posible que le hagan un análisis de sangre para buscar péptidos natriuréticos, sustancias liberadas por el corazón en las primeras fases de la insuficiencia cardíaca.
“La prueba está ampliamente disponible y es sencilla de analizar. El resultado es un buen indicador de la insuficiencia cardíaca. Si se aplicara más ampliamente, podríamos identificar el riesgo de insuficiencia cardíaca con mayor eficacia”, afirma el Dr. Januzzi.
También es posible que le hagan una ecografía del corazón para determinar su tamaño, estructura y capacidad de bombeo.
Si padece insuficiencia cardíaca, su médico determinará qué tipo tiene. La distinción clave está relacionada con la fracción de eyección, una medida que refleja la capacidad del corazón para bombear sangre. Un corazón normal se llena completamente de sangre y bombea con fuerza la mayor parte hacia el exterior.
Algunas personas con insuficiencia cardíaca tienen lo que se denomina una fracción de eyección reducida: su corazón se llena de sangre con normalidad, pero bombea muy poca debido a la debilidad del ventrículo izquierdo (la principal cámara de bombeo del corazón).
Cada vez más, los médicos ven insuficiencia cardíaca con fracción de eyección conservada: el corazón puede bombear con fuerza, pero no se llena de sangre correctamente porque el músculo se vuelve rígido. “Es más frecuente de lo que pensábamos”, afirma el Dr. Januzzi. “Las estimaciones actuales sugieren que la mitad de las personas con insuficiencia cardíaca la padecen, pero podrían ser más”.
Afortunadamente, ahora disponemos de muchos medicamentos que reducen las complicaciones de la insuficiencia cardíaca y prolongan la vida.
Qué puede hacer usted
Si le preocupa el riesgo de insuficiencia cardíaca, pregunte a su médico por la calculadora PREVENT, una herramienta en línea gratuita. Es posible que necesite análisis de sangre actualizados para completar todas las variables de la ecuación.
Si padece enfermedades que se sabe que contribuyen al riesgo de insuficiencia cardíaca, intente controlarlas. Y procure mantener un estilo de vida saludable con mucho ejercicio, sueño, dieta sana, consumo moderado (si lo hay) de alcohol, no fumar y prácticas de control del estrés como la meditación.