Harvard Medical School
¿Su dolor de piernas se debe a un coágulo sanguíneo potencialmente grave?
Si le duelen las piernas, lo primero que puede pensar es en una distensión muscular o una lesión. Sin embargo, si el dolor no desaparece, o si no es capaz de identificar la causa, puede tratarse de un problema potencialmente más grave: la trombosis venosa profunda (TVP), un coágulo de sangre que se forma en una vena profunda, normalmente en la pierna.
Si no se trata, un coágulo puede desprenderse, desplazarse a los pulmones y causar una obstrucción en una arteria pulmonar, lo que se conoce como embolia pulmonar (EP). Esto puede poner en peligro la vida.
“Uno de los principales problemas de la trombosis venosa profunda y la embolia pulmonar es el desconocimiento de los síntomas asociados a estas enfermedades“, afirma la Dra. Rachel Rosovsky, hematóloga del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard.
Conozca los factores de riesgo
El bloqueo del flujo sanguíneo en una vena profunda de la pierna suele causar hinchazón, además de dolor. La TVP suele producirse en una sola pierna, pero a veces se desarrolla en ambas, sobre todo si la coagulación se produce en la zona pélvica.
Si el coágulo se desplaza al pulmón y se convierte en una embolia pulmonar, los síntomas pueden ser dificultad para respirar en reposo o al hacer esfuerzos, dolor torácico, frecuencia cardiaca rápida o irregular y respiración acelerada. Los casos graves pueden causar mareos, desmayos y tos con sangre.
Las personas con mayor riesgo de padecer TVP o EP son las que ya han sufrido un episodio. De lo contrario, un coágulo de sangre en la pierna puede producirse cuando las personas tienen menos movilidad, como durante una hospitalización, cuando han sufrido una lesión importante o después de someterse a una intervención quirúrgica.
Padecer cáncer activo, fumar, deshidratarse, permanecer sentado durante mucho tiempo (por ejemplo, en un viaje largo en coche o en avión) o tener sobrepeso también aumentan el riesgo.
“Los antecedentes familiares de TVP o EP son un factor de riesgo adicional, por lo que es importante conocer los antecedentes familiares y compartirlos con el médico“, afirma el Dr. Rosovsky.
El riesgo de TVP aumenta con la edad, y los hombres tienen más riesgo que las mujeres de desarrollar coágulos recurrentes una vez que han tenido el primero. Es importante saber que cualquiera puede desarrollar una TVP o una EP“, dice el Dr. Rosovsky, “y hasta en la mitad de los casos nunca se identifica una causa definitiva.”
Diagnóstico
Si le preocupa que sus molestias en la pierna puedan deberse a una TVP, pida consejo médico. Su médico empezará con un examen de la pierna, pero a menudo es necesario realizar más pruebas, como un análisis de sangre de dímero D, una ecografía de la pierna para buscar coágulos, o ambas cosas. Los dímeros D son fragmentos de proteínas que el organismo produce cuando descompone los coágulos sanguíneos.
Un nivel normal significa que la TVP es poco probable. Sin embargo, un nivel anormalmente alto de dímero D puede deberse a muchos motivos distintos de los coágulos sanguíneos.
El diagnóstico de la EP puede ser más difícil. “Dado que no existe ningún signo o síntoma específico asociado exclusivamente a la EP, puede ser difícil diferenciarla de otras afecciones médicas, como un infarto de miocardio, una insuficiencia cardíaca, una neumonía, una bronquitis o una crisis de asma o de enfermedad pulmonar obstructiva crónica“, explica el Dr. Rosovsky.
Los médicos suelen basar el diagnóstico de la EP en un sistema de puntuación predictiva, que tiene en cuenta los síntomas (frecuencia cardíaca elevada, tos con sangre), los factores de riesgo, la edad, los antecedentes médicos (como un coágulo de sangre previo o un cáncer reciente, inmovilidad o cirugía).
Si la puntuación indica una probabilidad baja de EP, el médico explorará otras causas de los síntomas. Si la puntuación indica una probabilidad intermedia, lo más probable es que el siguiente paso sea un análisis de sangre del dímero D. Si la probabilidad es alta, lo más probable es que le envíen directamente a hacerse un diagnóstico por imagen, en la mayoría de los casos un TAC torácico.
Opciones de tratamiento
Muchas personas con TVP o incluso EP sin complicaciones pueden tratarse de forma ambulatoria con un anticoagulante oral de acción directa (DOAC), como apixabán (Eliquis), dabigatrán (Pradaxa), edoxabán (Savaysa) o rivaroxabán (Xarelto). Los anticoagulantes evitan la formación de nuevos coágulos. “Cuanto antes se diagnostique un coágulo y se empiece a tomar un anticoagulante, menor será el riesgo de complicaciones potencialmente mortales”, dice el Dr. Rosovsky.
Los pacientes con EP grave pueden necesitar tratamiento con un anticoagulante intravenoso (heparina) o inyecciones de otro tipo de anticoagulante. En situaciones especiales, como cuando un DOAC está contraindicado, la persona puede tener que tomar warfarina (Coumadin), un anticoagulante oral más antiguo.
“La duración del tratamiento anticoagulante dependerá de la causa del coágulo, de si esa causa u otros riesgos siguen presentes y de los riesgos hemorrágicos asociados a cada paciente”, explica el Dr. Rosovsky. “Si el riesgo era transitorio y no hay factores de riesgo adicionales, se suele tratar a la gente durante tres o quizá hasta seis meses”.
Las personas con alto riesgo de coágulos recurrentes pueden necesitar anticoagulantes a largo plazo. Se trata de personas con riesgos permanentes, como un cáncer activo, o con factores de riesgo hereditarios importantes. También puede ser necesario tomar la medicación a largo plazo si no puede identificarse la causa del coágulo original.



