Es la filosofía de la risoterapia, una técnica mental que enseña a recuperar nuestra innata capacidad de reír y ser felices.
Aproveche los técnicas y recursos infalibles de los especialistas para abrir esa fuente inagotable de salud y bienestar.
¿Sabía que a los seis años nos reímos hasta 300 veces al día, pero poco a poco la sociedad va mutilando esa capacidad natural de reír y nos convierte en personas serias, trascendentes y tristes, de tal forma que al llegar a los veinte años de edad apenas si reímos de quince a veinte ocasiones por jornada?
¿Qué es lo que pasa? .
Según el psicólogo José Elías, pionero de la risoterapia en el mundo de habla hispana, “en la edad adulta nos reímos tan poco porque en la pubertad, al incorporarnos plenamente a la vida social se nos educa para que no riamos con frecuencia, para no parecer despreocupados y provocar desconfianza en los demás”.
Así, paulatinamente vamos dejando la cara alegre, para volvernos una personas serias y rígidas.
En ese momento dejamos de practicar el mejor de nuestros gestos, quizá el único, que diferencia a los humanos de los demás seres: la risa.
Pero según Elías, no sólo perdemos lo que se define como una “expresión emocional de la alegría y la felicidad que lleva a conseguir un estado placentero”, sino que además nos privamos de una de las mayores fuentes de salud física y psicológica.
Debido a sus efectos protectores, curativos y revitalizadores del organismo, la mente y las emociones, “la risa franca, debería incluirse entre las recomendaciones médicas junto con el ejercicio físico regular, una dieta equilibrada y el abandono del tabaco”, señala el risoterapeuta.
Estos son algunos de los consejos del autor de la “Guía Práctica de Risoterapia” para recuperar la risa, desarrollar el buen humor y aprender a ser feliz, desdramatizando la existencia que, según José Elías “es una tragicomedia”, y aprendiendo a reírnos de nosotros mismos y de “nuestras capacidades limitadas”:
1.- Bucée en su infancia.
Recuerde habitualmente aquellas cosas que de pequeño le hacían feliz: seguro que aún hoy en día algunas de ellas le hacen reír.
2.- No se aleje de las diversiones.
Cuando estamos tristes no queremos ir a lugares o reuniones divertidas, porque creemos que no nos vamos a entretener, pero la mayoría de las veces nos sorprendemos de lo bien que lo pasamos.
3.- Piense en lo que más le gusta.
Si se permite pensar negativamente y fijarse en las partes desagradables de su realidad, sus sentimientos serán también pesimistas y se instalarán en su mente como inquilinos indeseables.
4.- Deje que su cuerpo se libere.
Siempre que ría y la situación lo permita, intente realizar movimientos libres, como pataleos o volteretas, como los niños. Permita que sus músculos se muevan como quieran, y los movimientos realimenten su risa.
5.- Acuérdese de un buen chiste.
Siempre tendrá a mano una fórmula agradable para cambiar su estado de ánimo.
6.- Trate de suavizar los problemas.
A cada mala noticia que reciba añádale una buena, y así la huella emocional que le deja grabada la situación en su mente ya no será triste sino alegre.
7.- Busque ideas descabelladas.
Cuando se enfrente a algo que le parezca insuperable, reúna a sus amigos y pídales que le propongan soluciones al azar, con respuestas cortas y sin mucha reflexión. Pensar de forma diferente a lo estructurado ayuda a encontrar la solución o bien su punto de partida.
8.- Dibuje a su adversario.
Con un papel y lápices de colores haga la caricatura de la persona con la que tiene más problemas, póngale un nombre ridículo y contémplelo antes de una situación conflictiva. Ello provocará un cambio agradable en la relación.
9.- Deje volar la presión de su cabeza.
Escriba en un papel los problemas sobre los que no tiene control, átelo a un gran globo y suéltelo, liberándose de ellos de una vez. Es una metáfora que ayuda a aliviar la presión mental de las dificultades.
10.- Cambie la perspectiva.
Busque el sentido del humor a cada situación negativa que le suceda, en vez de quedarse con la sensación de tristeza. Si no puede cambiar la realidad acceda a verla desde otra óptica mejor para usted y su salud mental.
11.- Incorpore la risa a su vida habitual.
Esfuércese en encontrar el aspecto lúdico que tienen todos los hechos y situaciones y recuerde que la realidad no nos afecta por lo que es sino por lo que representa para cada uno y ello depende del estado de ánimo.
12.- Ríase frente al espejo.
Sobre todo por la mañana: al principio no le resultará fácil por la falta de costumbre, pero poco a poco empezará a brotar la hilaridad más rápidamente
13.- Lea la prensa empezando por detrás.
Las noticias más agradables del periódico y las revistas, y a menudo los chistes y viñetas, están al final, donde aparecen la cartelera, los pasatiempos y los temas de sociedad. Así alcanzará un estado de ánimo ideal para encajar las “noticias importantes”, es decir las tristes, de la portada.
14.- Si está decaido, vea una película cómica.
Para alejarse de la tristeza de inmediato, lo ideal es que vea un filme alegre cuando está empezando a ponerse triste o melancólico, ya que en ese momento resulta más fácil cambiar el ánimo.
15.- Cree su videoteca del buen humor.
Solemos coleccionar las mejores películas o grandes documentales, pero casi nadie tiene la mejor recopilación de escenas de risa o filmes graciosos, para verlas cuando está triste o incluso mejorar el tono si se está bien.
16.- Busque la compañía de gente positiva.
Procure relacionarse con personas con sentido del humor, que le hagan reír, le enseñen a ser más alegre y le ayuden a tener una mejor perspectiva de la vida, y así llegará a ser usted también alegre y optimista.
17.- Ría tres veces al día.
Al igual que se lava los dientes, ducha y come, incorpore el buen humor a su rutina diaria, para evitar el olvido. Reserve al menos tres momentos para reírse: por la mañana le ayudará a ver mejor el día; al mediodía le aligerará la digestión, y por la noche le evitará el insomnio.
18.- Aprenda a hacer y hacerse cosquillas.
Le ayudará a contactar de una forma más armoniosa y graciosa con usted mismo y los demás, y le ayudará a vencer el sentido del pudor que al llegar a adulto no le permite tocar a los demás ni dejarse tocar por ellos.