Reportaron información sobre su estilo de vida en 2015 y 2017, así como su estado de COVID-19 desde abril de 2020 hasta noviembre de 2021.
Más de 1.900 participantes se infectaron con el virus durante ese tiempo, y el 44% de ellos desarrollaron COVID largo, con síntomas que persisten más allá de cuatro semanas después de la infección inicial.
Las mujeres que practicaban cinco o seis de una lista de hábitos de vida saludables -entre ellos, control de peso, no fumar, ejercicio regular, sueño adecuado, dieta de alta calidad y consumo moderado de alcohol– tenían un 49% menos de probabilidades de desarrollar COVID largo en comparación con las mujeres que no practicaban ninguno.
De los seis factores de estilo de vida, el peso corporal saludable y el sueño adecuado (definido como de siete a nueve horas nocturnas) fueron los más estrechamente relacionados con un menor riesgo.