Las encuestas de seguimiento realizadas en el verano y el otoño de 2020 sugieren que estos altos niveles han continuado.
A pesar del aumento de los problemas de salud mental y los expertos advierten sobre una “pandemia de eco”, otro problema aflige a los canadienses y contribuye a un aumento en el recuento de casos: la fatiga por precaución.
Cuanto más ha durado la pandemia, más luchan los canadienses para adherirse a las pautas y cumplir con las restricciones locales, provinciales y federales.
Como psicólogo clínico cuya investigación se centra en la terapia cognitivo-conductual, estoy muy interesado en las razones psicológicas por las que las personas pueden experimentar fatiga por precaución, así como en las formas de superar este problema.
¿Qué es la fatiga por precaución?
La ansiedad es una respuesta normal a la pandemia. Cuando está ansioso, el cuerpo humano da una respuesta que es altamente adaptativa frente a una amenaza: la persona se vuelve vigilante y experimenta síntomas físicos (llamados respuesta de lucha o huida) que la preparan para lidiar inmediatamente con la amenaza al enfrentar el miedo.
De frente (pelea) o saliendo de allí (huida).
Al comienzo de la pandemia, muchas personas estaban extremadamente preocupadas. No sabían qué era COVID-19, qué tan mal se pondrían las cosas y cómo lidiar mejor con este problema.
Recibieron información de la Agencia de Salud Pública de Canadá y las autoridades sanitarias locales sobre cómo manejar este virus y mantenerse a salvo; tomaron las precauciones necesarias.
Con el paso del tiempo, muchas personas experimentaron fatiga por precaución: se sintieron menos motivadas o inclinadas a seguir los consejos de los expertos sobre COVID-19 y se cansaron más del distanciamiento físico, mantuvieron una buena higiene de las manos, siguieron las flechas en las tiendas de comestibles locales y usaron máscaras.
A pesar de que el consejo era “mantener las llamas en casa”, la gente quería salir y ver a amigos y familiares.
¿Por qué la gente experimenta fatiga por precaución?
La evidencia de investigación convincente sugiere que cuantas más personas enfrentan sus miedos, menos ansiedad tienen. Esta es una gran estrategia para tratar de superar la inquietud por hablar en público o el miedo a los perros.
La terapia cognitivo-conductual demuestra que enfrentar sistemáticamente los miedos mejora la ansiedad: las personas se habitúan y adquieren nuevas pruebas, reconociendo que el hecho de que se sientan ansiosos no significa que sucederá algo malo.
Sin embargo, la efectividad de exponerse o enfrentar miedos es un arma de doble filo cuando se trata de COVID-19. Durante la pandemia, muchas personas se habituaron a las noticias sobre la pandemia.
Algunos se desensibilizaron y empezaron a bajar la guardia: reunirse con más personas, expandir sus burbujas, descuidar el uso de máscaras con regularidad, distanciarse con menos cautela.
Pienso en cuando visité Walmart al comienzo de la pandemia: la gente mantenía la distancia y seguía las flechas; después de un tiempo, la gente estaba siendo menos cuidadosa y no prestaba atención a las mismas cosas que los mantenían a salvo.
Cuando estalló la pandemia por primera vez, las cifras no eran tan asombrosas como en la actualidad, sin embargo, la mayoría de las personas se sienten menos ansiosas ahora que al comienzo de la pandemia.
Una segunda razón por la que las personas pueden estar experimentando fatiga por precaución es porque solo pueden permanecer alerta durante un tiempo antes de comenzar a agotarse.
Además, las personas son seres sociales, conectados para ser amados, amar y pertenecer. No es de extrañar que a la gente le resulte tan difícil el distanciamiento físico.
PREVENCIÓN DE FATIGA POR PRECAUCIÓN, QUE HACER…? :
1.- MANTENGA LOS NIVELES DE ANSIEDAD BAJO CONTROL: Usar el pensamiento basado en evidencia significa dejar que los hechos, en lugar de los sentimientos, afecten los pensamientos y el comportamiento. Esto puede ir en ambos sentidos. Es fácil pensar que el cielo se está cayendo. Recuerda las probabilidades y no te dejes consumir por la ansiedad. Por el contrario, no seas indiferente.
A medida que la pandemia continúa, es fácil que las personas sientan que el COVID-19 no las afectará directamente. Vea el riesgo por lo que realmente es.
2.- ACTÚE MÁS ALLÁ DEL INDIVIDUO: Todos deben pensar más allá de sí mismos y reconocer que las acciones de un individuo afectan significativamente a quienes los rodean, especialmente a los ancianos o vulnerables, y mantener una actitud de responsabilidad social y altruismo.
3.- MANEJE MEJOR EL ESTRÉS: Cuanto mejor sean las personas capaces de manejar el estrés en sus propias vidas, más energía tendrán para luchar contra la fatiga por precaución. Una forma de hacerlo es ver la luz al final del túnel. Es importante recordar que se trata de una normalidad temporal; no es la nueva normalidad.
Las cosas que pueden mejorar la salud mental incluyen practicar la autocompasión, mantenerse activo, mantener una rutina, mantenerse conectado socialmente, poner las cosas en perspectiva y prestar atención a la buena higiene del sueño, la dieta y el ejercicio.
Ahora no es el momento de bajar la guardia. Por el bien de la salud de todos y el bienestar del país, todos deben hacer su parte para mantener un nivel adecuado de precaución y volver a aplanar la curva.