La ansiedad profunda puede provocar desde mareos y diarrea hasta un pánico cardíaco que nos deje sin aliento.
“Si te sientes mareado, con el corazón acelerado y el pecho apretado, eso contribuye realmente a la sensación de que va a ocurrir algo terrible”, afirma Jacqueline Bullis, psicóloga adjunta de la División de Trastornos de Depresión y Ansiedad del Hospital McLean, afiliado a Harvard.
“Pero los síntomas físicos en sí no son el problema”, dice Bullis. “Es realmente la forma en que respondemos a ellos. Queremos que la gente aprenda que estas sensaciones físicas angustiosas no son peligrosas y que pueden aprender formas de tolerarlas.”
Pulsar el botón del pánico
La ansiedad en sí misma puede resultar útil en las circunstancias adecuadas, por ejemplo, para asegurarnos de que estamos preparados para esa gran presentación en el trabajo.
“Cuando se encuentra en ese punto de Ricitos de Oro en el que no es ni demasiado intensa ni demasiado reprimida, la ansiedad nos motiva“, afirma Bullis. “Si nunca estuviéramos ansiosos, no conseguiríamos hacer nada“.
Las sensaciones físicas extremas, sin embargo, provienen de la respuesta de lucha o huida del cuerpo. En esos momentos, podemos reaccionar igual ante una amenaza percibida -como hablar en público- que ante un peligro real, como un intruso en casa.
Durante un ataque de ansiedad, los síntomas pueden volverse tan dramáticos que la gente cree que está sufriendo un ataque al corazón o un derrame cerebral.
“Las personas que sufren ataques de ansiedad graves casi siempre sienten que están a punto de morir“, afirma el Dr. Arthur Barsky, psiquiatra del Hospital Brigham and Women’s, afiliado a Harvard.
“Lo experimentan como una emergencia médica inminente más que como ansiedad, lo que les va a preocupar aún más. Se convierte en una profecía autocumplida“.
Siempre se debe acudir al médico ante cualquier síntoma potencialmente peligroso, como dolor torácico o dificultad para respirar, para asegurarse de que la ansiedad es realmente la causa principal.
Pero una vez comprobado esto, la siguiente tarea es aprender a responder en situaciones en las que se sabe que se va a pulsar el botón del pánico.
Muchas personas evitan situaciones comunes y se retiran de interacciones potencialmente desagradables para detener la ansiedad antes de que empiece, pero limitan sus vidas en el proceso. Según los expertos de Harvard, éste es el enfoque equivocado.
TCC: el patrón oro
¿Cuál es el mejor camino para superar la ansiedad grave? La terapia cognitivo-conductual (TCC) se considera el patrón oro, eficaz en muchos casos.
A menudo, la gente espera demasiado -incluso décadas- para luego asombrarse de lo rápido que pueden controlar los síntomas con la TCC, dice Bullis. Los resultados suelen tardar entre cuatro y seis meses.
Una forma de TCC llamada terapia de exposición consiste en realizar actividades diseñadas para provocar sensaciones físicas incómodas, haciendo que te quedes sin aliento o sientas pánico momentáneo.
“Vamos a enfrentarnos a cosas que se te han dado bien evitar”, dice Bullis. “Cuanto más lo haces, más te acostumbras. Es algo así como una vacuna: exponiéndote repetida y deliberadamente a estas sensaciones físicas aterradoras, puedes reducir el impacto que tienen sobre ti en el mundo real.”
Los medicamentos de acción corta, como los betabloqueantes o las benzodiacepinas, pueden utilizarse para la ansiedad situacional con el fin de calmar las reacciones físicas extremas.
Pero “el problema de estos medicamentos es que pueden reforzar la idea de que estos síntomas son peligrosos”, dice Bullis. “Y a muchas personas no les gusta depender de algo que les ayude a sobrellevar la situación”.
En los casos graves puede ser necesaria una combinación de terapias. Bullis recomienda buscar un terapeuta capacitado en TCC y preguntar qué enfoques utilizaría en su tratamiento. Si necesita ayuda para encontrar un terapeuta cualificado.