Los investigadores analizaron la información sanitaria -incluidos el índice de masa corporal, la presión arterial, el colesterol total, la glucosa en sangre y la proteína C reactiva (una medida de la inflamación)- de 41.000 participantes en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición.
A partir de estos y otros datos, los investigadores determinaron la carga alostática de cada persona, es decir, el efecto acumulativo del estrés a lo largo del tiempo.
Las puntuaciones oscilaban entre 0 y 9, y las superiores a 3 indicaban una carga alostática elevada.
A continuación, los investigadores determinaron cuántas de estas personas murieron posteriormente de cáncer. Descubrieron que las personas con una carga alostática alta tenían 2,4 veces más probabilidades de morir de cáncer que las que tenían una carga alostática baja.
La conexión entre estrés y cáncer podría estar relacionada con la exposición del organismo al cortisol, la hormona del estrés.
El organismo libera cortisol durante los acontecimientos estresantes, pero los niveles suelen disminuir una vez pasada la amenaza.
Sin embargo, la exposición a factores estresantes continuos puede mantener los niveles de cortisol constantemente altos, lo que puede desgastar el organismo a nivel celular, según el equipo de investigación.
Añadieron que otros estudios han sugerido que esta reacción puede aumentar el riesgo de cáncer o hacer que el cáncer existente se propague más rápidamente.