Harvard Medical School
Nuevas investigaciones revelan las conexiones entre el TEPT y las enfermedades cardiovasculares.
Experimentar o presenciar acontecimientos profundamente perturbadores -catástrofes naturales o provocadas por el hombre, accidentes graves o actos violentos- es sorprendentemente frecuente. A lo largo de su vida, estos y otros acontecimientos traumáticos afectarán a siete de cada diez adultos de este país.
Aunque sólo algunos llegarán a desarrollar un trastorno de estrés postraumático, estas personas son especialmente vulnerables a los problemas cardiovasculares, según una revisión reciente.
El análisis, publicado en agosto de 2024 en Current Problems in Cardiology, agrupó los resultados de 20 estudios en los que participaron más de 335.000 personas. El TEPT se relacionó con un riesgo un 40% mayor de infarto de miocardio y el doble de riesgo de derrame cerebral.
Entender el TEPT
Cuando se menciona el TEPT, la gente piensa inmediatamente en los veteranos de guerra. Pero este trastorno mental potencialmente debilitante puede afectar a personas de todas las edades que hayan sufrido cualquier tipo de trauma, incluidos desastres como el huracán Katrina, los atentados terroristas del 11-S, accidentes de tráfico, agresiones sexuales y violencia armada, por ejemplo.
Es normal tener recuerdos perturbadores, sentirse nervioso y tener problemas para dormir después de un suceso perturbador. Pero si los síntomas duran más de unos meses, es posible que padezca TEPT. Los principales síntomas son:
- pesadillas recurrentes o pensamientos intrusivos sobre el suceso
- sentirse emocionalmente insensible y desconectado
- alejarse de las personas y de determinadas situaciones
- estar nervioso y en guardia.
Entre el 11% y el 20% de los veteranos que sirvieron en Irak o Afganistán padecen TEPT. Entre la población general, se calcula que afecta al 4% de los hombres y al 8% de las mujeres.
El Centro Nacional para el TEPT ofrece un breve test de autoevaluación que puede ayudarle a decidir si busca más información y ayuda.
Desequilibrio de la actividad cerebral
En otro estudio, la Dra. Antonia Seligowski, psicóloga y directora del laboratorio de Efectos Neurocardíacos del Estrés y el Trauma del MGH, y sus colegas utilizaron imágenes cerebrales y otras pruebas para examinar más de cerca la conexión entre el TEPT y las cardiopatías.
La amígdala, una estructura cerebral implicada en el procesamiento de la ansiedad, el miedo y el estrés, está hiperactiva en las personas con TEPT.
«Pero estas personas también presentan una menor actividad en el córtex prefrontal ventromedial, responsable de regular las emociones y amortiguar la respuesta de miedo», afirma. Estas dos estructuras se comunican entre sí y con el cercano hipotálamo, que, a su vez, envía señales al tronco encefálico.
Esta región, situada en la base del cerebro, controla respuestas automáticas inconscientes como la respiración y el ritmo cardiaco.
Si el córtex prefrontal no frena la actividad desenfrenada de la amígdala, el desequilibrio conduce a la activación crónica de la respuesta de «lucha o huida». Esto no sólo aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial, sino que también estimula la médula ósea para que libere glóbulos blancos.
A corto plazo, estas células ayudan a combatir las infecciones. Pero la activación crónica o repetida de la respuesta al estrés -un rasgo distintivo del TEPT- puede elevar los glóbulos blancos de forma persistente.
La inflamación resultante contribuye a la aterosclerosis, la acumulación de placa grasa que estrecha los vasos sanguíneos. La inflamación crónica también hace que la sangre sea más «pegajosa» y más propensa a formar coágulos.
Tanto los cambios cerebrales como los marcadores inflamatorios parecen influir en la asociación entre el TEPT y el infarto de miocardio, el derrame cerebral y otros problemas relacionados, según el estudio, publicado en el número de marzo de 2024 de la revista Brain, Behavior, and Immunity.
Diferentes formas de domar el estrés
La buena noticia: varios hábitos antiestrés pueden mejorar ambos problemas. Por ejemplo, el ejercicio ayuda tanto al cerebro como al corazón, ya que estimula la actividad del córtex prefrontal. Además, las directrices recientemente actualizadas para el tratamiento del TEPT recomiendan la reducción del estrés basada en la atención plena.
Este programa de ocho semanas, que incluye meditación, escaneo corporal y estiramientos sencillos de yoga, también puede mejorar ciertos riesgos relacionados con el corazón, como la hipertensión.
En una investigación financiada por la Asociación Americana del Corazón, la Dra. Seligowski está estudiando si la terapia cognitivo-conductual puede ayudar a calmar la respuesta del organismo al estrés y reducir la inflamación arterial en personas con TEPT y riesgo de enfermedad cardiovascular.
Su equipo también está explorando los posibles beneficios de la respiración asistida, una técnica calmante que ayuda a aliviar el estrés. «Esperamos averiguar qué técnicas son mejores para personas con distintos trastornos psiquiátricos y riesgos cardiacos», explica.