Los primeros datos sugieren que las tasas de obesidad infantil siguieron aumentando durante la pandemia. Si estas tendencias continúan, el 57% de los niños que actualmente tienen entre 2 y 19 años tendrán obesidad como adultos en 2050.
En pocas palabras, esto supone que más de la mitad de los niños que viven actualmente en EE.UU. corren un mayor riesgo de padecer hipertensión, cardiopatías, diabetes, enfermedades hepáticas y otras complicaciones de la obesidad.
El estrés, la depresión y la baja autoestima suelen estar relacionados con el estigma que rodea a la obesidad.
Por estas y otras razones, la Academia Americana de Pediatría ha actualizado recientemente las directrices de práctica clínica para evaluar y tratar a los niños y adolescentes con obesidad.
Una compleja interacción contribuye a la obesidad infantil
La obesidad se ha estigmatizado durante mucho tiempo como un simple problema de elección personal: si la gente comiera menos y se ejercitara más, no sería obesa, creían los expertos.
Pero las pruebas médicas son mucho más complicadas. Hay factores genéticos, fisiológicos, socioeconómicos y ambientales que contribuyen a la obesidad infantil.
- Calorías y alimentos. Es cierto que el exceso de calorías y el consumo de alimentos poco saludables desempeñan un papel importante en el desarrollo de la obesidad. Pero muchas familias no tienen fácil acceso a alimentos sanos como alimentos frescos y verduras.
Para muchos niños, los únicos alimentos que tienen a su disposición son alimentos muy procesados, comida rápida y otros alimentos poco saludables, que pueden ser todo lo que sus familias pueden permitirse o encontrar, y tampoco todas las escuelas ofrecen alimentos saludables.
Incluso cuando las familias disponen de recursos, a menudo están sometidas a tensiones que dificultan dedicar tiempo y energía a una alimentación sana.
- Ejercicio. Aunque también es cierto que el ejercicio regular ayuda a mantener a los niños en un peso saludable, muchos niños viven en lugares donde no hay sitios seguros para jugar al aire libre, y sus padres o bien no pueden permitirse apuntarlos a actividades o bien no tienen tiempo para llevarlos a esas actividades, o ambas cosas.
- Otros factores que influyen en la obesidad. Los factores prenatales, como el aumento de peso de la madre o la diabetes gestacional, aumentan el riesgo incluso antes de que nazca el niño.
Apenas estamos empezando a comprender los factores genéticos, muchos de los cuales pueden verse afectados además por el entorno del niño.
También influyen el racismo sistémico y factores socioeconómicos profundamente arraigados. En pocas palabras, la obesidad es complicada.
Trabaje con el médico de su hijo en un plan para mejorar su salud
Las nuevas directrices recomiendan que su médico
- Examinar regularmente la obesidad, utilizando como medida el índice de masa corporal (IMC). Este cálculo se basa en la estatura y el peso del niño y se da en forma de porcentaje en función de la edad (a diferencia de los adultos, en los que sólo se utiliza el número).
No es una medida perfecta, pero es la mejor que tenemos. Un IMC superior al percentil 95 para la edad se considera obesidad.
- Cuando un niño está ganando demasiado peso para su edad o tiene un peso poco saludable, hay que tener en cuenta todo el conjunto. ¿Dónde vive su familia? ¿Cuál es su situación socioeconómica? ¿Qué puede compartir sobre creencias, vida cotidiana, escuela, origen étnico y conexiones con la comunidad? ¿Disposición y capacidad para hacer cambios en su estilo de vida?
Todo esto, junto con los antecedentes médicos familiares, es importante a la hora de comprender y ayudar a desarrollar un buen plan.
- Explicar las opciones de tratamiento. El mejor tratamiento basado en la evidencia se denomina tratamiento intensivo del comportamiento de salud y estilo de vida (IHBLT, por sus siglas en inglés).
Consiste en un asesoramiento multidisciplinar, cara a cara y basado en la familia, sobre nutrición y actividad física, preferiblemente en su comunidad y conectado con recursos comunitarios.
Para que sea eficaz, debe durar al menos 26 horas a lo largo de un periodo de entre tres y doce meses. Por desgracia, estos programas no están al alcance de la mayoría de las familias.
¿Qué ocurre si el programa integral llamado IHBLT no está disponible?
Cuando no se dispone de un programa integral, las nuevas directrices recomiendan que los pediatras:
- Intenten ver con regularidad a niños con obesidad, hagan todo lo posible por comprender y manejar todas las circunstancias que contribuyen a la obesidad y fomenten estrategias avaladas por organizaciones profesionales, como:
- tomar menos bebidas azucaradas
- utilizar las recomendaciones y recetas de myplate.gov
- hacer que los niños practiquen 60 minutos al día de actividad física moderada a intensa
- encontrar formas de evitar la inactividad (comportamiento sedentario) en general, como limitar el tiempo de pantalla y fomentar los juegos activos.
- Considerar la medicación. Se han aprobado varios medicamentos para perder peso en niños. Los beneficios de todos ellos son modestos y no sustituyen a los cambios en el estilo de vida.
- Considerar la cirugía. La cirugía bariátrica puede ofrecer los mayores beneficios a largo plazo, especialmente para niños o adolescentes con obesidad grave (un IMC en el percentil 120 para la edad).
Tendemos a pensar en ella más como una opción para adultos, pero cada vez hay más pruebas que sugieren que la cirugía puede y debe considerarse a una edad más temprana.
¿Qué pueden hacer juntas las familias?
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades sugieren cuatro medidas que pueden adoptar las familias:
- Intentar modelar patrones de alimentación saludables.
- Encontrar formas de ayudar a los niños a moverse más, por ejemplo mediante el atletismo, el baile, los juegos y las tareas activas.
- Ayudar a los niños y adolescentes a dormir lo suficiente.
- Considerar formas de sustituir el tiempo frente a la pantalla.